Leyre Barrena Longarte, Seed Capital Bizkaia
Aunque es difícil predecir el alcance y el rumbo de la nueva revolución tecnológica/industrial que está comenzando, lo cierto es que está aquí y que de una u otra manera va a transformar nuestras vidas, nuestra economía y nuestra sociedad.
Uno de los grandes protagonistas de esta revolución es, sin duda alguna, la fabricación digital, y en especial la impresión 3D, considerada por algunos como la tecnología disruptiva por excelencia, ya que supone un cambio radical en la cadena de valor industrial al desafiar los patrones de producción, intercambio de bienes y consumo imperantes hoy en día.
La impresión 3D permite digitalizar/diseñar objetos en tres dimensiones y fabricarlos mediante la sucesiva adición de capas de material, aportando innegables ventajas frente a los procesos convencionales, tales como la producción de objetos de cualquier geometría por muy compleja que sea, con el único límite de la imaginación humana; la personalización de los productos a medida de los clientes sin coste adicional; el acortamiento del tiempo de desarrollo de un producto desde su concepción hasta su entrega; o la producción de objetos muy diferentes con los mismos equipos, flexibilizando la fabricación de pequeñas cantidades (series cortas o piezas únicas) y permitiendo el acceso de las empresas de menor dimensión a mercados que hasta ahora tenían restringidos por las grandes inversiones requeridas.
Aunque los primeros desarrollos de esta tecnología se remontan a la década de los ochenta, el vencimiento de patentes críticas ha facilitado la paulatina reducción del precio de las impresoras 3D y su popularización, dando lugar a una explosión de usos en múltiples campos de aplicación, como el de la salud (implantes personalizados, prótesis a medida de materiales plásticos, cerámicos o de titanio que sustituyen partes del cuerpo dañadas, o la experimentación con bioimpresoras para reproducir tejidos y órganos humanos), el sector aeroespacial o la industria del automóvil (prototipos, moldes, preseries, Fórmula I…). La fabricación aditiva se presenta también como una solución competitiva en sectores intensivos en creatividad y diseño como los del textil, calzado, joyas, arte, decoración, arquitectura o industria de los videojuegos, que se benefician de la total libertad que aporta para diseñar y modificar con rapidez cualquier objeto.
A pesar de los obstáculos tecnológicos y retos a los que se enfrenta hoy en día la impresión 3D ó 3D printing, esta tecnología disruptiva ofrece un inmenso abanico de oportunidades para la puesta en marcha de nuevas iniciativas empresariales dentro del sector, desde actividades de diseño (desarrollo de sistemas de gestión de contenidos avanzados para diseño 3D,…), hasta el desarrollo de equipos y materiales de impresión, pasando por software de apoyo para todo el proceso, seguridad, control de calidad, gestión de datos, apps, o soluciones para la logística y suministro digital de productos personalizados.
En definitiva, el 3D printing proporciona una nueva y valiosa oportunidad para la competitividad y el desarrollo de nuestro territorio y, también, para el capital-riesgo, del que cabe esperar una creciente proliferación de las operaciones de inversión en el sector.